miércoles, 21 de marzo de 2012

Ruineros



Aparcaré temporalmente mi idea inicial de escribir acerca del controvertido pueblecito sevillano de Marinaleda, para concentrarme en un fenómeno conocido por todos, pero al que tal vez no se le ha prestado la atención – al menos desde el punto de vista sociológico- que merece :  los ruineros de Valencia.


A raíz de una interesantísima conversación con una ex integrante del colectivo, comprendí la magnitud de aquella realidad hoy condenada al olvido.
Fue un movimiento efímero, pero de una intensidad que me hace preguntarme si aquellos que lo protagonizaron habrán sido capaces de recuperarse a día de hoy, y reinsertarse en la sociedad.
Asegura M , testigo privilegiado de aquel fenómeno que aquel micro cosmos lo conformaban decenas de púberes sobrehormonados, divididos en estamentos según su nivel de popularidad en los foros de internet y dotados de estética, líderes e incluso doctrina propia.
Los foros, Son rumores u Original People, constituían una suerte de Biblia de todo ruinero . En ellos se adoraba a los individuos tocados por la divinidad, paladines de la religión ruinera y se establecían los modelos de conducta y estética. Cintas de raso en el pelo, cuentas gigantescas al cuello, espardeñas de colores, e incluso camisetas con lemas del movimiento: Bimbo yo, Nocilla tú.
Por el momento, desconozco a qué clase de lavado de cerebro serían sometidos para cometer tales  ofensas al buen gusto. Prometo informar de las investigaciones.
Uniformados, acudían a su lugar de encuentro, las Ruinas de Colón, con el propósito de ampliar las estructuras sociales y tal vez tener la oportunidad de contemplar y adorar de cerca a una de las divinidades, cuya biografía era ampliamente conocida por todo ruinero digno de tal nombre. Estos héroes eran vitoreados a su llegada,  y observados al detalle con devoción: los elegidos eran capaces de marcar tendencias, de inmediato reproducidas por las masas.
Eran también éstas abejas reina, las que disponían una mayor corte a su alrededor, de la que eventualmente podían escoger un individuo y convertirlo en favorito por unos días, a imagen de faraones que calentaban su cama con una elegida cada noche.


De este fenómeno, hoy en día no parece quedar rastro. Uno no tiene más que pasear por las ruinas de Colón un viernes por la tarde, para comprobar que aquella organización se ha desvanecido. Sus antiguos miembros han podido, al menos en apariencia, integrarse en otras estructuras sociales.

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