jueves, 27 de octubre de 2011

Terra Kate

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Las fotos de esta mujer, Terra Kate, emanan pura poesía onírica por cada uno de sus píxeles ...










Su página. http://www.terrakate.com/index2.php#/home/

sábado, 22 de octubre de 2011

Reloj

Aquel experimentado reloj, de aquella pared alicatada, de aquella cocina con olor a sabroso arroz con pollo, un día emitió su último sonido. La aguja del segundero se movió por última vez y la hora quedó fija aquella madrugada. Es un segundo determinante, distinto al resto, el último.
De todas formas, me digo, ese reloj ya no es el mismo. Aunque no hubiera dejado de funcionar, ya no cumpliría nunca más su función, que era indicar la hora de tomar las pastillas, o el tiempo que dejar los huevos hirviendo (aunque esto también podía hacerse rezando tres credos en voz muy bajita) o la hora de bajar a la panadería a comprar unas ensaimadas.
Echo tanto de menos aquella cocina con olor a pollo, aquellos dibujos de la pared alicatada, aquel reloj.



jueves, 20 de octubre de 2011

Calima

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Yo no sé si soy fría o el mundo caliente, pero parece que no se ven mis momentos de dulzura. Y no los ve quien más debería verlos, que es quién los tiene conmigo. Yo no sé si soy un témpano en una cálida mañana de deshielo o una vela apagada en  una tarta de cumpleaños. La cuestión es que por muchas caricias de terciopelo, por muchos intentos de cálidos detalles, por mucho exhalar para que tus manos se calienten…sólo se percibe una tenue brisa fría, o un débil lucero.



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miércoles, 12 de octubre de 2011

Curvas

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Perder la cabeza, encontrar una sonrisa y sonreír con ella.






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Delafé y las flores azules

sábado, 8 de octubre de 2011

Felicidad de xilófono

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En ocasiones, esa explosiva y sincera felicidad de cuando éramos pequeños, se esconde en pequeños gestos que, todavía de mayores, reproducimos entre divertidos y traviesos.
Yo hoy, por ejemplo,  he corrido como loca, chillando para que no me pillasen. El otro día, abrí el baúl de ropa de mi muñeca preferida, y la vestí para que estuviese guapa. Otro día también, le pedí a mi madre que me comprara gusanitos en el kiosko...y me los comí como si fueran el manjar más distinguido del mundo.
Son pequeños micromomentos de cándida felicidad, que conviene saborear mucho , mucho porque es cierto eso de que todos llevamos un niño dentro, y hay que dejar que aflore de vez en cuando!




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