sábado, 22 de octubre de 2011

Reloj

Aquel experimentado reloj, de aquella pared alicatada, de aquella cocina con olor a sabroso arroz con pollo, un día emitió su último sonido. La aguja del segundero se movió por última vez y la hora quedó fija aquella madrugada. Es un segundo determinante, distinto al resto, el último.
De todas formas, me digo, ese reloj ya no es el mismo. Aunque no hubiera dejado de funcionar, ya no cumpliría nunca más su función, que era indicar la hora de tomar las pastillas, o el tiempo que dejar los huevos hirviendo (aunque esto también podía hacerse rezando tres credos en voz muy bajita) o la hora de bajar a la panadería a comprar unas ensaimadas.
Echo tanto de menos aquella cocina con olor a pollo, aquellos dibujos de la pared alicatada, aquel reloj.



No hay comentarios: