Es la hembra.
Es la señora.
Es la joven que pasea descalza por la playa,
y come chocolate.
Es el carácter.
Además, es mi hermana.
Cuando miro directamente a sus ojos – esto es algo con lo que ella se divierte y provoca – veo todas nuestras pillerías de niñas, las conversaciones de mayores, los bailes desenfrenados y las dulces batallas de pluma y espada.
La chica de las carrera y el cigarrillo se mueve – y cómo se mueve- al ritmo de británicos con clase, pero no olvida su arraigo rockero.
Sus ojos vidriados se recrean con los colores de Klimt, se vuelven luna con las risas de Woody, y profundos con Eva al desnudo.
Es arte y cultura y en ella misma una declaración de intenciones.
Ni carácter, ni siquiera todos sus sinónimos , alcanzan ni llegan al talón de sus botas grises.
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