jueves, 26 de febrero de 2009

Sonia (parte 2)

Insistía en buscar aquel lunar delicioso en la barbilla, aquel perfil que ella bebía, con ojos trémulos, aquella mirada de reojo. En ocasiones le parecía atisbar algo de eso, un sucedáneo entre los hombres que subían a su casa. En ocasiones conseguía engañarse a sí misma. Pero al entrar el sol a través de la persiana y a través de sus pestañas, la barbilla era imperfecta, el perfil era imperfecto y la mirada… la mirada decía muchas cosas. Decía gracias por esta noche, quizás volvamos a vernos. Se miraban directamente, la experiencia eran unos párpados caídos y resabiados, que daban cierto toque de condescendencia. No hay promesas de viajes transoceánicos, ni intercambio de teléfonos. Racional, calmado, un matrimonio de ocho horas que termina sin aspavientos. Reina en somieres rotos.

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