miércoles, 27 de febrero de 2013

Un día completo.

Aquí en Varsovia tengo muchos días completos, días felices en los que hago todo y nada, días en los que merece la pena que el tiempo se alargue.

Ayer, por ejemplo, fuí a clase por la mañana. Después, un largo paseo por la vera del río y mil disparos de mi cámara, mi fiel acompañante de excursiones. Descubrir una ciudad, sin mapa, sin guías, es la mejor forma de conquistar millones de rincones escondidos.
Más tarde, ropa de segunda mano. Me encantan esas tiendas repletas de prendas variopintas, de todas formas y colores, tras las cuales mil historias vividas se esconden. Pues dos jerseys y un pañuelo que me compré por 40 zl. 
Y luego, comer con mis amigas en nuestra cocina de parloteos y risas. Descubrimientos de méxico contemporáneo, y más tarde, deporte en el gimnasio.
A la vuelta sonrisas y más verbosidad. Y clase, y pollo al horno para cenar.
Y para acabar, dar una vuelta con los amigos.

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