jueves, 9 de octubre de 2008

Sucedáneos

Abre la ventana.El pelo revuelto por un sueño enorme le tapa la cara.Se quita las legañas. La luz del sol a las diez de la mañana hace que todo tenga relieve y polvo. Y ella, con las ideas claras, ya no puede convencer (convencerse) como hace siempre, de que lo que piensa es producto del sueño, o del alcohol, o de no se que situación o composición química de la atmósfera. Está desempolvando viejas historias porque se ve incapaz de empezar otras nuevas, o porque ninguna nueva le convence. Pero sabe que es amargo, que sólo son sucedáneos de cosquillas en el estómago. Sabe que puede distraerse de vez en cuando, pero se le escapará la mirada, hacia los rincones de siempre.

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